Con enorme frecuencia los individuos tenemos que recurrir a argumentos, a
ideas para ratificar lo dicho y para
sustentar lo afirmado, con el objeto de convencer a quien los está escuchando
de la justeza de sus afirmaciones. Las ideas hay que argumentarlas, de lo
contrario no pasarían de ser opiniones.
Esta es, por tanto, la función principal de los argumentos: darle
sustento a una idea central,
darle soporte. Quien argumenta, sustenta, justifica o apoya una idea; y para hacerlo, deberá
encontrar causas, pruebas o razones que
ratifiquen su idea. Para
pensar en los argumentos hay que tener en mente ideas que le dan fuerza a los enunciados centrales o
macroproposiciones, que ofrezcan razones
o pruebas en apoyo a la idea central que se ha formulado. Los argumentos, por lo tanto justifican,
sustentan y ratifican lo dicho. Debido a
ello podemos afirmar que los argumentos son proposiciones que tienen
como función esencial sustentar
y apoyar lo afirmado en la tesis, para, de esta manera, darle fuerza a las posturas personales, sociales o
institucionales. Así mismo, los
argumentos cumplen con otra función principal: Son esenciales en la vida para poder indagar y
evaluar las distintas opciones con el fin de elegir la mejor de ellas. Es por ello que, como práctica social,
la argumentación implica una
forma específica de interacción ante la presencia de una discrepancia o un conflicto. En este sentido, se
argumenta porque es necesario
resolver la contradicción o la discrepancia. De otro lado, los argumentos son requeridos para convencer
auditorios de la conveniencia o
justeza de una posición o tesis, para producir o acrecentar la adhesión de un auditorio a las
tesis que se presentan a su asentimiento. En la filosofía es Kant quien
distingue entre persuasión y convicción,
indicando que la primera es más subjetiva, emotiva y personal, en tanto en la segunda es mayor el
papel del convencimiento propiamente racional.
En este último sentido, se podría hablar de una finalidad persuasiva y de otra de convencimiento. Según lo
anterior, los argumentos cumplen con tres funciones primordiales: Sustentar (encontrar
causas, pruebas o razones que ratifiquen una idea), convencer auditorios de la conveniencia o justeza de una
posición o tesis con el fin de
ganar adeptos, evaluar (permitir indagar y evaluar las distintas alternativas con el
fin de elegir la mejor). En términos generales, los conocimientos específicos no
requieren argumentarse, sino
simplemente aprenderse e incorporarse; en cambio, las proposiciones y los conceptos sí requieren
argumentos, ya que las proposiciones son
ideas que necesariamente involucran la contradicción y el conflicto. Es muy
importante en la vida de una escuela que
quiera ser contemporánea trabajar por un muy buen nivel en el desarrollo
de la capacidad argumentativa de
sus estudiantes.
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