Yo estoy de acuerdo con
la lectura de que la comunicación aparece como algo esencial ligado a la vida
humana y como instrumento para la construcción del tejido social. Desde el
nacimiento entramos en contacto con otros seres de la misma especie, con
quienes interactuamos dentro de una convivencia, indispensable para crecer y
subsistir.
A lo largo de la
historia, la comunicación ha jugado un papel determinante en el desarrollo de
la humanidad, y mucho más en la época presente, que se podría denominar la “era
de las comunicaciones”. En verdad, las relaciones humanas toman como requisito
una eficaz comunicación entre los miembros del grupo, si se quiere que sean armoniosas
y saludables. Para lograrlo, la ciencia y la tecnología han llegado a poner al
servicio de las comunidades medios y sistemas increíblemente complejos y sofisticados, cada vez con una
mayor velocidad y eficacia. Sin embargo, en contraste con el progreso
científico y tecnológico, la comunicación personal sigue soportando peligros,
para cuya superación se requieren estrategias de formación en este campo.
Todo lo anterior
permite indicar que los seres humanos gozan de una capacidad especial: La
Función Semiótica, la cual los habilita para adquirir, crear, aprender y usar
códigos, constituidos por signos. Esta capacidad posibilita el desarrollo y
ejercicio de la Competencia Comunicativa, conocimiento diverso y amplio que
abarca un conjunto de subcompetencias que habilitan a los interlocutores para
producir o comprender mensajes con significado.
Dentro de la práctica
de la competencia comunicativa es posible distinguir un acto comunicativo que
corresponde a una acción unitaria mediante la cual alguien produce un enunciado
con sentido sobre el mundo con destino a otra persona por medio de un código y
en un contexto real determinado. Una clase de acto comunicativo son los actos
de habla, que tienen existencia en el uso de una lengua, oral o escrita, el
medio fundamental por excelencia de la comunicación humana. En la práctica
comunicativa real, los actos comunicativos o los actos de habla, no se producen
aislados, sino que se encadenan en la acción del discurso. Como se puede
inferir, un acto comunicativo implica no sólo un emisor o primer interlocutor,
sino indudablemente también un receptor o segundo interlocutor, pues sin éste
no existiría comunicación. Por lo demás, bien se sabe que los actos
comunicativos son actos sociales o actos compartidos, los cuales tienen lugar
en una situación real determinada, con la participación mínima de dos personas
que se contactan para intercambiar o compartir sus experiencias.
Es común atribuir al
lenguaje natural la comunicación, como función principal y, en efecto, sin ésta
es difícil concebir un lenguaje.
Existen dos formas de
entender la comunicación: La concepción tradicional unidireccional, de tipo
monológico (la más extendida), que equivale a la acción de informar, emitir
mensajes, transmitir. Es la transferencia de información de un punto a otro a
través de algún medio. Esta concepción se da desde la perspectiva únicamente
del primer interlocutor. Una concepción menos estrecha nos lleva a pensar en
una comunicación bidireccional o dialógica. En este sentido, comunicación da la
idea de diálogo, intercambio, correspondencia, reciprocidad de experiencias
entre dos o más personas, con un propósito particular, y en situaciones reales
de la vida humana.
Los componentes de un
acto de comunicación son: El emisor o primer interlocutor, el receptor o
segundo interlocutor, el código, el mensaje, el canal y los contextos. Otros
elementos implicados son: El mundo referencial, los estados cognoscitivos, el
propósito o intención, las experiencias e información y la retroalimentación.