Yo estoy de acuerdo con
la lectura de que el hombre se ve constantemente sometido a presiones que le
obligan a cambiar, tanto en lo individual como en lo social, durante toda su
vida. Por tanto, la transformación es
una necesidad, que puede ser acogida con el mayor entusiasmo o con la máxima
resistencia. Sin embargo, tenemos la paradoja de que para seguir siendo uno
mismo debemos estar dispuestos a transformarnos. Y puesto que se trata de una
necesidad ineludible, será mejor acometer esa transformación con un espíritu
positivo. Ya no alcanza sólo con el aprendizaje técnico o específico, tenemos
que desarrollar nuevas actitudes y formas de ser y de estar que nos permitan
movernos con agilidad, eficiencia y bienestar en una realidad siempre cambiante
y siempre nueva. Para el ser humano, el cambio forma parte de la vida, al igual
que ocurre con las demás especies; pero, nosotros contamos con la voluntad, con
una gran capacidad para aprender y superarnos, somos capaces de poner todos
nuestros recursos al servicio de nuestros propósitos y aspiraciones y, aun así,
en la mayoría de los casos percibimos el cambio con aprensión. Tenemos un
ejemplo de la inexorabilidad del cambio en una propia biografía, ya que todos
hemos pasado forzosamente por múltiples transformaciones.
Hoy en día se tiende a
dar al coaching el sentido de entrenamiento. El coach es el que nos ayuda a
encontrar el camino, a eliminar obstáculos y a sacar el mejor partido a
nuestras capacidades. Como en la lengua española no existe una palabra que
sintetice fácilmente esta idea, se ha adoptado la palabra inglesa “coaching”.
El coaching es el arte de facilitar el desarrollo potencial de las personas y de los equipos
para alcanzar objetivos coherentes y cambios en profundidad.
El coach surge como una
necesidad ante situaciones personales y laborales que hacen aconsejable la
presencia de un profesional para acompañar el proceso de transformación de una
persona. Se preocupará por la integridad personal y social de su cliente,
facilitará la creación de redes, la adhesión a objetivos comunes y la
planificación sistémica. Los temas sobre los que volverá el coach de forma
recurrente a lo largo de su labor serán: Los valores, las relaciones y la
coherencia. El coach acompaña a individuos, grupos y/o organizaciones en sus
procesos de cambio, enseñando a inventar herramientas y soluciones que
faciliten un “renacer” personal, profesional y organizacional. Enseña a su
cliente a tener una visión de futuro, al tiempo que le aporta herramientas,
modelos y métodos para la resolución de problemas. El coach debe amar el
cambio.
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